Cualquier persona que hoy se disponga a ir de compras a un supermercado, a medida que recorra las góndolas de alimentos con su changuito y comience a comparar precios y productos, sentirá que está en presencia de un verdadero "revival noventista".
Pastas secas de Italia, decenas de variedades de mostaza de Francia, aceite de oliva español, galletitas de Israel, todo tipo de cervezas de Alemania y Japón, surtidos de frutas secas del Líbano y hasta vodka de Finlandia, son algunos de los cientos de artículos que están poblando las estanterías y que son cada vez más demandados por los argentinos.
Un tipo de cambio relativamente quieto, una inflación galopante que afecta -especialmente- a la industria alimenticia, y una clase media que se siente cada vez más rica en dólares, conforman el cóctel ideal para que prolifere el ingreso de todo tipo de artículos del exterior.
Es un hecho: los fabricantes de alimentos argentinos, principalmente en el segmento premium o gourmet, deben librar todos los días una "batalla" en las góndolas para no perder espaciofrente a la competencia importada.
Así, por arriba de una estantería de aceites de oliva hechos en Mendoza, el consumidor podrá encontrar una fila similar de botellas "made in" Italia o España. Del mismo modo, a centímetros de una góndola de fideos nacionales, convive una "pared" de paquetes de pasta con sello europeo. Y los casos se multiplican.
"Con la devaluación del 2002, el consumo de alimentos importados se desplomó entre la clase media, que no podía mantener su nivel de consumo en ese rango de precios dolarizados. Pero ahora, con un tipo de cambio fijo y las reciente mejoras salariales, esa misma clase media es la que vuelve a disparar la demanda de estos productos", explicó Martín Apaz, gerente del departamento de Economía de Deloitte.
"El hecho de que los argentinos sientan que se incrementaron sus ingresos medidos en dólares es fundamental para explicar el aumento en el consumo de alimentos premium provenientes del exterior", recalcó el experto.
En la misma línea, Mauricio Claverí, economista de la consultora Abeceb.com, destacó que "así como a los argentinos en líneas generales les está resultando más accesible salir a hacer turismo afuera, estas ventajas se pueden ver en otros hábitos, como el consumo de alimentos importados".
El analista consideró "lógico que estos artículos estén ganando competitividad y espacio en las góndolas en medio de un tipo de cambio relativamente atrasado y un importante aumento de los costos de producción locales por la fuerte puja salarial".
En este contexto, según un relevamiento realizado por iProfesional.com, en los supermercados pueden verse productos nacionales que están casi al mismo precio que los importados. Incluso, en algunos rubros, los valores de los que llevan el sello "made in Argentina" superan ampliamente al de los que llegan del exterior.
Uno de los ejemplos más llamativos se da en el rubro "lácteos": hoy se puede conseguir un queso brie hecho en Francia de una marca súper premium como es President a $154 el kilo, un 13% más barato que si uno optara por uno elaborado en Córdoba, a pesar de la histórica competitividad de la industria nacional y del valor del euro.
Lo mismo sucede con otra variedad, como el cheddar. A pesar de las dificultades que atraviesan las empresas brasileñas por el súper real, un pack de 160 gramos marca "Menú", producido en San Pablo, se consigue a razón de $65 el kilo. Como contrapartida, el producto con el logo La Serenísima, hecho en el país, cuesta $7 más.
A continuación, el detalle de la "guerra de precios" entre alimentos argentinos e importados:
Tal como se ve en la infografía, en el país de los alimentos caros también hay lugar para otroscasos sorprendentes: a pesar de que la Argentina es la proveedora número uno de soja de China, de tener en Rosario el polo de procesamiento de la oleaginosa más importante del mundo y de los casi 40.000 kilómetros de distancia que existen con el gigante asiático -entre flete de ida y vuelta-, en hipermercados como Jumbo es posible encontrar salsa de soja china a unos $36 el litro, un 15% más barato que la que elabora Dos Anclas.
A la hora de desayunar, también existe espacio para otros casos que escapan de los libros de economía: a pesar de la diferencia cambiaria con Europa y de que la Argentina es uno de los países líderes en la producción de alimentos, hoy por hoy se puede conseguir un müslix -mezcla de cereales y frutas- hecho en Alemania a $53,50 el kilo. Como contrapartida, una de las líneas de Tres Arroyos, a pesar de la diferencia de flete y del tipo de cambio, está $1,50 más caro.
En el rubro "condimentos" también se ven casos insólitos: para realzar el sabor de sus ensaladas usted puede adquirir un frasco de aceto balsámico marca Dos Anclas "tipo di Modena" con un precio equivalente a $63,50 el litro. Pero, si lo desea, puede conseguir uno auténtico, "made in Italia" y 100% de Modena pagando menos de $3 extra.
En el segmento de las cervezas, cuya importación se disparó nada más y nada menos que un 1.200% desde la salida de la convertibilidad, hay ofertas para todos los gustos: si usted prefiere la variedad negra, podrá elegir entre una El Bolsón a $43 el litro o la alemana Köstritzer, que se elabora desde el siglo XVI en el viejo continente, a un 23% menos.
¿Y qué sucede con las rubias? Las opciones sobran: podrá adquirir una Patagonia de 740 cc. a unos $15,20 por litro o elegir una Corona, la mexicana más famosa, por apenas 1 peso más.
"Las consecuencias del actual escenario, marcado por el tipo de cambio quieto y la inflación en alza, se pueden corroborar simplemente yendo al supermercado y ver que cada vez proliferan más los artículos de origen importado", destacaron desde Deloitte.
La mesa se viste de gala al ritmo del dólar
A mitad de año, el marcado incremento de las importaciones comenzó a preocupar fuertemente al Ejecutivo, quien ordenó al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a redefinir una nueva política de administración del comercio.
Así, aquellos alimentos importados que se podían producir sin problemas a nivel local pasaron a convertirse en los enemigos públicos número uno del Gobierno y a tener el ingreso prohibido, desatando una fuerte pelea con el sector empresario.
De este modo, de un día para el otro, productos como fideos o fiambres provenientes de Europa o cervezas de origen mexicano, quedaron prácticamente vedados para los argentinos. En cambio, aquellos que no tenían competencia nacional sí podían cruzar la frontera sin problemas. El lema de Moreno era muy simple, pero contundente: "Palmitos sí, jamón crudo no".
Sin embargo, a medida que la lluvia de dólares se disparó, producto de la cosecha de soja, y la inflación comenzó a meter la cola en las estadísticas, el Gobierno no tuvo más opciones que liberar completamente la importación.
"Hoy las importaciones están volando y esto incluye a los alimentos", disparó Alejo Espora, economista del Banco Ciudad.
"El Gobierno está menos preocupado por la cantidad de dólares que hay en el mercado y, por otra parte, encontró que en un contexto de restricciones de oferta, es una buena opción tener una mayor disponibilidad de ciertos productos importados. Esto genera que sea posible encontrar un abanico de alternativas mucho más amplio y de todos los orígenes", recalcó el experto.
Según un relevamiento realizado por iProfesional.com, en base a datos de Abeceb.com, la importación de once productos, entre los que figuran cerveza, espumantes, vinos embotellados, cereales preparados, chocolates, mermeladas y palmitos, entre otros, no pararon de crecer en los últimos años, recuperando todo el terreno perdido tras la devaluación del 2002, cuando el ingreso de estos bienes se desplomó.
En efecto: durante los primeros 9 meses del año, la demanda de esta "canasta premium" desde la Argentina superó los u$s60 millones, lo que implicó un salto de casi 300% en relación a los niveles posteriores a la convertibilidad y un valor similar al registrado el último año en el que estuvo vigente la paridad cambiaria.
En otras palabras, hoy los argentinos en general están consumiendo tantos alimentos provenientes del exterior como en la última etapa del 1 a 1.
Incluso, en algunos rubros se marcaron nuevos récord históricos, como en el segmento mermeladas y jaleas, donde las importaciones hoy más que duplican los valores registrados durante los noventa. O en bebidas blancas, como el ron, donde el ingreso de botellas del exterior se disparó un 200% en relación a los niveles de fines de esa década.
La "noventización" de parte de la economía es un hecho: si en ese entonces la actividad estaba regida por la regla "un peso un dólar", hoy nominalmente el tipo de cambio está anclado en un "4 a 1".
Sin embargo, en un contexto inflacionario como el actual, el tipo de cambio real bilateral, es decir, aquél que considera la suba de precios, en realidad es de $1,20 por cada billete verde.
Y el problema es que, tal como vienen advirtiendo desde el Banco Ciudad, de continuar la tendencia actual, ese pequeño colchón de ventaja quedará reducido a la nada, dando así lugar en 2011 a un regreso del controvertido 1 a 1.
En esta línea, expertos de la consultora Finsoport aseguraron que "la inflación crónica y creciente va erosionando la competitividad derivada de la fuerte modificación del tipo de cambio de principios de 2002". Y el sector de los alimentos es uno de los más golpeados.
"La ausencia de una política antiinflacionaria combinada con un anclaje cambiario nos lleva lentamente a la situación de la década de 1990. La gran diferencia son los precios internacionales de los productos agropecuarios, pero la industria -incluyendo la de alimentos y bebidas- una vez más, está expuesta a una situación inestable", recalcaron.
¿En qué se manifiesta esto? Según un índice clave para medir la competitividad del "made in Argentina", como es el costo salarial ajustado por productividad, la rama "alimentos y bebidas" es la que peor performance registró entre las actividades exportadoras tras la salida de la convertibilidad.
En efecto: dicho costo salarial está un 10% por encima de los niveles de 1998 y se ubica por encima de otras seis ramas que venden sus productos en el exterior, entre las que se encuentra la industria automotriz y la petrolera.
Este es un factor más que explica la fuerte suba de precios que vienen exhibiendo los alimentos y bebidas en relación a otros productos y servicios.
Desde Ecolatina explicaron que "si bien muchos de los componentes del índice (como taxis, indumentaria, peajes, turismo y cigarrillos, entre otros) evidenciaron subas considerables, la mayor parte del incremento responde al alza en el precio de los alimentos".
Frente a esto, los expertos de la consultora destacaron que "la elevada incidencia de la canasta alimentaria en la inflación no es un elemento exclusivo de estos meses, sino que, por el contrario, es uno de los rasgos más distintivos de los últimos años".
En efecto, "desde que comenzó el actual proceso inflacionario en 2007, los alimentos treparon siempre por encima del nivel general de precios".
Así, en 2010 este fenómeno se exacerbó y en los primeros diez meses el capítulo "alimentos y bebidas" ya acumula un alza del 32%, casi 10 puntos porcentuales más que el registro del IPC que lleva adelante la consultora.
Se extiende la pelea en las góndolas
En este contexto, para los próximos meses los expertos prevén que este escenario, marcado por la abundancia de productos importados en las góndolas locales se profundizará todavía más.
Para Espora, "durante los próximos meses gran parte de los consumidores argentinos van a percibir que su poder adquisitivo, en dólares, continuará mejorando significativamente, porque prevemos una leve devaluación, de apenas 5% y una pauta salarial que se ubicará entre el 25% y el 30%. Esto indica que los alimentos provenientes del exterior continuarán ganando espacio".
En la misma línea, al mix conformado por tipo de cambio, inflación y mejoras salariales, Apaz agregó que "el nivel de empleo va a seguir siendo sólido. Por lo tanto, el consumo en general, y de alimentos en particular, se va a ver muy beneficiado".
"Es un hecho. Está todo dado para que los argentinos adquieran cada vez más bienes de afuera", sintetizó Espora.
FUENTE IPROFESIONAL.COM